Satisfacciones y retos para el profesor universitario del sur global: algunas experiencias desde Cuba Satisfactions and challenges for university professors from the global south: some experiences from Cuba

Yoan Karell Acosta González 
and Annelys Alfonso Concepción 

https://doi.org/10.25965/trahs.3164

El ensayo tiene como objetivo exponer reflexiones teóricas, fundamentadas en la práctica profesional, en relación con las satisfacciones y retos que se presentan para el profesor universitario de hoy. Recoge experiencias de dos profesores universitarios cubanos. Incluye análisis teóricos y anécdotas en torno a retos políticos e históricos, institucionales y económicos, filosóficos y científicos, así como psicológicos y comunicacionales, que el profesor universitario de hoy enfrenta, fundamentalmente en países de la llamada periferia como Cuba. Con el objetivo de desarrollar las reflexiones, se emplearon varios referentes teóricos reconocidos en las distintas esferas del conocimiento que se abordan, a saber, las relaciones Cuba-Estados Unidos, la teoría de la dependencia, el enfoque de la complejidad, la teoría de la comunicación, las teorías sobre la verdad, los prejuicios cognitivos, entre otras. Se concluye que, en países periféricos como Cuba, dado el legado histórico conducente a marcadas desventajas económicas dentro de la dinámica mundial, el docente en general, y el profesor universitario en particular, enfrentan importantes retos adicionales específicos. La paciencia, creatividad, perseverancia y resiliencia, junto a una sólida motivación derivada de las profundas satisfacciones espirituales de la profesión, se erigen como herramientas decisivas en el enfrentamiento a esos retos.

Le but de notre essai est d’exposer des réflexions théoriques, basées sur la pratique professionnelle et par rapport aux satisfactions et défis posés au professeur universitaire d’aujourd’hui. A partir des expériences de deux professeurs cubains, on pourra y lire des analyses théoriques et des anecdotes sur des défis politiques et historiques, institutionnels et économiques, philosophiques et scientifiques, aussi bien que psychologiques et communicationnels, affrontés par les professeurs universitaires aujourd’hui, principalement dans des pays périphériques tels que Cuba. Afin de présenter nos réflexions, plusieurs références théoriques reconnues sont employées dans les différents champs de connaissance traités, c’est-à-dire, les relations Cuba-États-Unis, la théorie de la dépendance, l’approche de la complexité, la théorie de la communication, les théories sur la vérité, les préjugés cognitifs, entre autres. Il en resort que, dans des pays périphériques comme Cuba, au vu de son héritage historique et des difficultés économiques qui en découlent au niveau de la dynamique mondiale, l’enseignant en général et le professeur universitaire en particulier, doivent affronter d’autres défis, bien spécifiques. La patience, la créativité, persévérance et résilience, ainsi qu’une forte motivation générée par ce que la professeion apporte de satisfactions spirituelles, deviennent des instruments décisifs lorsqu’il s’agit de les affronter.

O ensaio visa expor reflexões teóricas, fundamentadas na prática profissional, em relação com as satisfações e desafios que são colocados ao professor universitário de hoje. Recolhe experiências de dois professores universitários cubanos. Inclui análises teóricas e anedotas sobre os desafios políticos e históricos, institucionais e econômicos, filosóficos e científicos, mesmo como psicológicos e comunicacionais, que defronta o professor universitário de hoje, fundamentalmente em países da nomeada periferia como Cuba. Com o objetivo de desenvolver as reflexões, foram empregues vários referentes teóricos reconhecidos nas várias esferas do conhecimento que se tratam, a saber, as relações Cuba-Estados Unidos, a teoria da dependência, o enfoque da complexidade, a teoria da comunicação, as teorias sobre a verdade, os prejuízos cognitivos, entre outras. Concluí que, em países periféricos como Cuba, conforme ao legado histórico conducente a marcadas desvantagens econômicas dentro da dinâmica mundial, o docente em geral, e o professor universitário em particular, enfrentam importantes desafios adicionais específicos. A paciência, criatividade, perseverança e resiliência, junto de uma sólida motivação derivada das profundas satisfações espirituais da profissão, são erigidas como ferramentas decisivas no enfrentamento a esses desafios.

The objective of the essay is to offer theoretical reflections on the basis of professional practice, in relation to satisfactions and challenges posed to today’s university professor. It includes experiences through which two Cuban university professors have lived. It encompasses theoretical analyses and anecdotes about challenges of different nature, i.e., political and historical, institutional and economic, philosophical and scientific, as well as psychological and communicational, with which today’s university professors are faced, mostly in peripheral countries like Cuba. So as to present the reflections, various well-known theoretical references were used in the different fields discussed, that is, Cuba-United States relations, dependency theory, complexity approach, theory of communication, theories of truth, cognitive biases, among others. It is concluded that, in peripheral countries like Cuba, given the historical legacy leading to substantial economic disadvantages within the framework of world dynamics, teachers in general, and university professors in particular, are confronted with significant additional specific challenges. Patience, creativity, perseverance, and resilience, along with strong motivation derived from deep spiritual satisfaction brought about by the profession, become decisive tools to tackle those challenges.

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Introducción

Note de bas de page 1 :

Llamaremos docente a todo el que se dedica profesionalmente a la enseñanza, que incluye a maestros y profesores. Llamaremos maestro a todo aquel docente de cualquier nivel por debajo del universitario y profesor a quien imparte clases en la enseñanza superior.

Cada día que transcurre se hace más obvio que vivimos en la sociedad del conocimiento a nivel global. Lo ilustra, por ejemplo, la preponderancia en la economía de los más diversos servicios –financieros, de consultoría, asesoría, mercadotecnia, salud, educación, entre otros–, los adelantos en el mundo digital, la inteligencia artificial, la robótica, los viajes espaciales y numerosas tecnologías avanzadas que hasta hace poco eran ciencia ficción. Es también evidente, en este contexto, que el docente1 es cada vez más importante. No solo debido a lo expuesto anteriormente, sino también porque los avances en la ciencia y la tecnología no marchan al mismo ritmo de los avances políticos, sociales y ecológicos (Fischer, 2010).

Persisten guerras, enormes tensiones políticas, conflictos muy complejos, gigantescas desigualdades (Piketty, 2013), un marcado deterioro antropogénico de la naturaleza, entre otros problemas, de manera que numerosas personas aún luchan por garantizar lo esencial mientras que otras son las que pueden disfrutar ampliamente los grandes avances científico-tecnológicos. Esta situación, a menudo muy difícil de explicar, también hace que aumente la importancia de la enseñanza.

El desafío para el docente es monumental en este escenario. Las grandes complejidades exigen mayor preparación y los retos se multiplican. Afortunadamente, se trata también de una profesión que ofrece grandes satisfacciones. En el presente trabajo abordaremos, precisamente, algunas de las satisfacciones y varios de los grandes retos de la enseñanza-aprendizaje en el mundo de hoy, desde la perspectiva de dos profesores universitarios cubanos. Lo ilustraremos con experiencias y razonamientos propios, con las consiguientes limitaciones que lógicamente ello puede implicar, aunque intentaremos respaldar nuestra perspectiva con sólidos posicionamientos teóricos desde distintas disciplinas.

Note de bas de page 2 :

Más adelante se profundizará en este concepto.

Nos centraremos en la enseñanza universitaria desde un país como Cuba, situado en el Sur Global2 y que vive un conflicto de profundas raíces históricas con su vecino del norte. La historia, primero colonial y luego neocolonial, marca a nuestras naciones de manera decisiva. El legado (neo) colonial no desaparece totalmente con la independencia política (Maldonado-Torres, 2011). Persisten ataduras económicas, mentales, cognoscitivas y culturales en general junto a los no pocos avances obtenidos gracias a la emancipación política y a la existencia de significativos proyectos sociales. Ciertas jerarquías heredadas del (neo) colonialismo se mantienen en gran medida y continúan afectando a países periféricos como Cuba (Grosfoguel, 2007). No obstante, creemos que al menos una parte de lo que expondremos es probablemente también la realidad, en alguna medida, para docentes de cualquier parte.

El profesor que suscribe este trabajo es Licenciado en Lengua Inglesa y Doctor en Ciencias Lingüísticas. La profesora es Licenciada en Estudios Socioculturales, Máster en Estudios Políticos y Sociales y Doctoranda en Ciencia Política. Ambos, en aproximadamente diez años de labor, han trabajado con entusiasmo en función de quebrar obstinadas barreras disciplinares, uno de los temas, precisamente, que será objeto de análisis en este ensayo.

Satisfacciones

Las profesiones a menudo se asumen como una actitud ante la vida. Es difícil dejar el rol de docente en la escuela cuando se termina la jornada laboral. El docente comprende el placer que brinda entender la realidad y poder explicarla satisfactoriamente. Pero también examina al individuo con quien interactúa para intentar establecer con él un diálogo ameno que pueda ser, además, útil a partir de los conocimientos que se poseen y se pueden compartir. La satisfacción que ofrece poder contribuir al crecimiento cognoscitivo de aquellos con quienes se interactúa es significativa.

Sin embargo, el buen docente no se limita a la instrucción. Intenta contribuir a la formación o consolidación de valores y principios éticos, sin ser pedantes ni propiciar resistencias que pudieran ser contraproducentes inclusive. En Cuba, esta función “adicional” se asume de manera consciente. Las directrices que rigen la actividad docente así lo establecen. De manera que la satisfacción es doble, al ver crecer a individuos que portan nuestra contribución tanto en el plano de la instrucción como el de la ética. Lo anterior se acrecienta teniendo en cuenta las complejidades del mundo de hoy descritas en la introducción de este ensayo.

Los retos para alcanzar estos dos propósitos fundamentales del docente son considerables. Tales desafíos, a pesar de sus dificultades, pueden asumirse también como una gran satisfacción, al disfrutarse el proceso y constatarse luego los logros obtenidos tras enfrentar los retos con éxito. De manera que la dicotomía satisfacciones-retos en el proceso docente se vuelve aparente y constituye, en realidad, un par dialéctico en el que se ahondará a continuación.

Retos

Retos políticos e históricos

Cuba vive una situación política particular, derivada en gran medida de una historia muy complicada con su vecino del norte, situado a solo 90 millas. Existe un conflicto que se ha extendido en el tiempo desde el siglo XIX, aunque el triunfo de la revolución cubana en 1959 lo intensificó y lo hizo más visible (Schoultz, 2009; Pérez Jr., 2003, 2008). En 1898, al final de la última guerra de independencia de los cubanos contra el colonialismo español, Estados Unidos intervino militarmente. Con la declarada intención de ayudar a la isla a librarse finalmente del poder español, el país norteño suplantó ese poder para convertir a Cuba en una neocolonia bajo el estatus oficial de república. Esta realidad puede constatarse al estudiar el proceso de intervención militar y la historia subsiguiente, marcada por una enmienda (Enmienda Platt) que garantizaba de facto la dominación estadounidense sobre la Mayor de las Antillas.

En la segunda mitad de la década de 1950, la revolución cubana derrocó la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1958), quien había recibido el apoyo del gobierno estadounidense hasta bien avanzado el año 1958. La revolución no solo se propuso derrotar a Batista, sino también alcanzar mayores niveles de justicia social y librar al país de la dominación neocolonial ejercida por Estados Unidos. El costo de tal objetivo ha sido considerable. Estados Unidos, desde entonces, ha agredido a Cuba desde todos los frentes posibles.

El proceso revolucionario cubano es, ante todo, nacional liberador, descolonizador y decolonial, siguiendo el concepto de giro decolonial en el que se ahondará más adelante. Sin embargo, durante las primeras etapas después de 1959, se concluyó que las metas fundamentales de ese proceso solo eran realmente posibles si se trazaba como objetivo construir un sistema social, económico, político y cultural nuevo. Desde la dialéctica, no se negaría todo lo viejo, pues Cuba posee un legado cultural e histórico formidable que antecede la revolución liderada por Fidel Castro. Pero la revolución sí se propuso transformar el modo de producción capitalista y promover nuevos valores sistémicamente, como la solidaridad, la emulación constructiva y motivadora, la igualdad de oportunidades entre todos los grupos sociales, la no discriminación, el progreso científico, educacional, artístico y deportivo al alcance de todos, entre otros. Cuba superó el obstáculo que de Sousa Santos (2011b) define como “la dificultad de imaginarse el fin del capitalismo”.

La superación de ese obstáculo ha implicado para Cuba enormes sacrificios. El descalabro del campo socialista en Europa del Este agudizó exponencialmente, con considerables efectos hasta el presente, el costo de la osadía histórica de construir un sistema alternativo al capitalismo. A la complejidad de construir lo nuevo, con la comisión de errores que ello implica y frente a un capitalismo que posee siglos de experiencia acumulada, se añade el aislamiento casi total en el empeño. Las experiencias en Europa se desmoronaron, mientras China, Vietnam y Corea del Norte, con sus disímiles modelos de construcción socialista, se ubican a miles de kilómetros de distancia. Se añade también la relativa pequeñez del territorio cubano y la escasez de importantes recursos naturales, aunque lo más significativo, en cuanto a las dificultades que se ha debido enfrentar, es la incesante hostilidad económica, política, diplomática, militar, comercial, financiera y mediática por parte de la antigua metrópolis neocolonial: Estados Unidos.

El impacto de tal situación histórica es multidimensional y contradictorio. Por un lado, han colisionado ásperamente dos proyectos sobre Cuba: uno de independencia de toda potencia extranjera forjado en el seno de la nación desde el siglo XIX y otro de dominación fraguado desde Estados Unidos, históricamente, por parte de determinados sectores de élite en ese país pero que se ha convertido en un objetivo del estado norteamericano hacia la isla (Domínguez López & Yaffe, 2017).

Por otro lado, es una relación contradictoria, con abundantes matices, porque las culturas cubana y estadounidense se entretejen y se han enriquecido mutuamente (Pérez, 1999). Por ejemplo, desde el siglo XIX, numerosos cubanos se han asentado en Estados Unidos en busca de prosperidad económica y ha tenido lugar una influencia artística y cultural en ambas direcciones, en ámbitos paradigmáticos como el deporte, sobre todo el beisbol, y la música, con un sólido desarrollo jazzístico en ambos países y la presencia en alguna medida en el arte desarrollado en Estados Unidos de ritmos cubanos como el mambo, el chachachá y la llamada “salsa”, sobre todo en emporios cosmopolitas como Nueva York. Un ejemplo notable es que, antes de 1959, era usual la llegada temprana a Cuba de adelantos tecnológicos provenientes de Estados Unidos, como la radio, el automóvil, la televisión, las maquinarias para las fábricas de azúcar, entre otros. Hasta el día de hoy, de hecho, los cubanos consumen un número muy elevado de productos cinematográficos y televisivos del vecino del norte.

Sin embargo, además de la influencia positiva antes ilustrada, la relación entre las dos naciones estuvo marcada por el proyecto de dominación, ya referido, impuesto a Cuba antes de 1959. Este proyecto trajo consigo o contribuyó considerablemente a la existencia de problemas estructurales, como la dependencia cubana hacia el azúcar y hacia el mercado estadounidense, la marcada desigualdad social y la asunción de la política como un negocio al servicio de las élites y los intereses foráneos, lo que dificultaba decisivamente, por tanto, la llegada al poder de gobiernos seriamente comprometidos con la justicia social y el bienestar general. Esta situación condujo inevitablemente a estallidos revolucionarios, como el que derrocó a Batista en 1958. La relación entre Estados Unidos y Cuba ha sido notablemente afectada, históricamente, por la asimetría de poder entre los dos países, así como por la presunción de que la isla caribeña es como un niño que necesita orientación y guía o una dama que debe ser protegida por el Tío Sam (Pérez, 2008).

En este contexto, Estados Unidos, en general, no parece haber estado en condiciones de comprender la necesidad histórica de la revolución cubana y, obviamente, no acepta la determinación de la isla antillana de alcanzar y sostener su independencia y soberanía. Es por ello que, a lo largo de más de medio siglo, y a pesar de algunos intentos –fallidos– de avanzar hacia la normalización de relaciones (LeoGrande & Kornbluh, 2014; Crahan & Soraya, 2016), se han desarrollado contra Cuba innumerables acciones, en disímiles ámbitos, para tratar de revertir el proyecto cubano de emancipación. Sobresalen, en este sentido, no pocas leyes, órdenes ejecutivas, regulaciones, políticas y normas en general que prohíben el comercio entre Cuba y Estados Unidos, restringen el desenvolvimiento financiero de la isla y presionan a terceros para que no se relacionen con ella (LeoGrande, 2016). Cuba, en más de medio siglo, ha sido objeto de actos violentos como la invasión por Bahía de Cochinos y sabotajes contra objetivos civiles y económicos (Bolender, 2010); por ejemplo, el atentado y destrucción en pleno vuelo de un avión de Cubana de Aviación en 1976 (Herrera, 1981) y la serie de bombas que estallaron en sitios turísticos de La Habana en 1997.

Cabe destacar que, a pesar de esta historia tan complicada entre los dos países, no prevalece en Cuba odio o rechazo alguno hacia el pueblo de Estados Unidos. Esto se demuestra con la calurosa acogida en la isla de los miles de visitantes norteños que vinieron a bordo de los cruceros estadounidenses, entre 2016 y 2019, como resultado del inicio de un proceso hacia la normalización de relaciones entre los gobiernos de Raúl Castro y Barack Obama, frustrado luego por la administración de Donald Trump.

En la actualidad, la sociedad cubana se mantiene sometida a férreas sanciones económicas y financieras resultantes de esta historia de confrontación. El sector de la educación también recibe el impacto de esta complicada historia con Estados Unidos, debido a los daños económicos y financieros de las sanciones, que dificultan las inversiones, el acceso a tecnologías de punta y los intercambios académicos entre los dos países. A pesar de ello, Cuba es el país que dedica el más alto porcentaje de su PIB a la educación: 12.8 % (Datosmacro.com, 2020; The World Bank, 2020).

En 2018, por ejemplo, el profesor Acosta, autor de este trabajo, fue premiado por la Universidad de Webster, Missouri, Estados Unidos, con un viaje académico al campus de esa universidad. Acosta, que entonces era profesor del Centro de Estudios Hemisféricos y Sobre Estados Unidos (CEHSEU) donde laboró en total cuatro años, había sido el coordinador en La Habana, y uno de sus docentes, de un grupo de maestría de la Universidad de Webster. Como resultado, la universidad norteña auspició, en un gesto de gratitud y generosidad por el trabajo realizado, el viaje del profesor.

Ya se habían realizado con éxito las coordinaciones institucionales pertinentes cuando la administración Trump, coincidentemente, emprendió acciones que limitarían los viajes académicos entre Cuba y Estados Unidos. Como resultado, Acosta no pudo visitar la universidad norteamericana y, con ello, se frustraría indefinidamente una importante meta profesional: visitar el país que ha sido, desde diferentes perspectivas, parte fundamental del objeto de estudio y de la enseñanza impartida por el profesor a lo largo de su carrera.

Retos institucionales y económicos

Note de bas de page 3 :

Este enfoque, surgido en la década de 1950, presenta sus raíces en el neo-marxismo y el keynesianismo (Reyes, 2020; Pérez, 2012).

Note de bas de page 4 :

Otra teoría del desarrollo que realiza aportes significativos, desde nuestro punto de vista, es la teoría de los sistemas mundiales, de Wallerstein (2004).

A partir de la teoría de la dependencia, nacida en Latinoamérica3 y enarbolada por el destacado economista Raúl Prebisch, se pueden explicar las desigualdades existentes entre los mal llamados países “desarrollados” y “subdesarrollados”. Según este economista, sería más preciso hablar de centro y periferia4. De hecho, otro pensador desde el Sur, de Sousa Santos (2011a), afirma que la palabra subdesarrollo ha servido para calificar a la mayoría de los pueblos del mundo, y no solo desde el punto de vista económico, sino también en cuanto a sus instituciones, leyes, costumbres y filosofías. Los países del centro, antiguas metrópolis muchos de ellos –o privilegiados de una forma u otra por procesos históricos como el balance de fuerzas resultante de las guerras mundiales–, son preponderantes en el comercio, los flujos de inversiones y el control de la tecnología más avanzada. Los países periféricos, en contraposición, quedan relegados, por la dinámica del intercambio desigual, a posiciones subalternas como suministradores de materia prima y de mano de obra barata en las cadenas productivas internacionales.

Para tratar de contrarrestar las asimetrías y desequilibrios económicos existentes entre estos dos tipos de países, los periféricos debían en un primer momento, según la teoría de la dependencia, industrializarse para sustituir importaciones, desarrollar la economía nacional, crear una plataforma de inversiones donde se priorizara el capital interno y se regulara el externo a través de cuotas y tarifas, aumentar la demanda interna, los puestos laborales, incrementar el salario de los trabajadores, así como desarrollar un sistema social seguro y más eficiente. Si bien existen casos específicos de países periféricos con una evolución favorable que merece particular atención, la historia en Latinoamérica y en otras regiones ha demostrado que el camino hacia el desarrollo económico y la ruptura de la dependencia es largo, difícil y presenta importantes trabas impuestas desde el centro.

El fenómeno es aún más complejo dentro del sistema-mundo, pues existe también una periferia dentro de los países centrales y un centro al interior de los países periféricos. Existe un Sur Global y un Norte Global, que no son geográficos (de Sousa, 2011a). El primero lo componen las clases y grupos sociales desfavorecidos por las marcadas desigualdades que produce el capitalismo, el colonialismo (y la colonialidad posterior, definida más adelante), el sexismo y el racismo, así como el individualismo, el materialismo y el consumismo exacerbados que degradan tanto a la naturaleza como a la espiritualidad humana. El Norte Global incluye tanto a las élites ubicadas en países centrales, y su poder transnacional, como a las élites locales de países periféricos que también se benefician de la globalización capitalista neoliberal.

Las zonas periféricas tanto fuera como dentro de las zonas centrales permanecen sometidas a relaciones coloniales, aunque formalmente no se encuentren bajo administraciones de ese tipo. De ahí que algunos, desde la perspectiva del giro decolonial diferencien, conceptualmente, el colonialismo de la colonialidad. La colonialidad describe el estado resultante, dentro del sistema-mundo capitalista, de los procesos de liberación nacional e independencia formal de los estados-nación. Ese estado resultante se caracteriza por la subordinación de los países periféricos a los países centrales en cuanto a la división internacional del trabajo, el comercio y la tecnología, así como el poder financiero y militar. Es pertinente señalar que esta tendencia global, si bien se mantiene en una medida sustancial, en las primeras dos décadas del siglo XXI experimentó algunas modificaciones no despreciables. Estados como Rusia y China emergieron como rivales de consideración para los centros de poder tradicionales.

Sin embargo, también existe aún una colonialidad global que subordina, culturalmente, la periferia a Europa y a países centrales como Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón (Grosfoguel, 2007, Quijano, 2014). Esta situación implica, como tendencia, una subordinación en el plano del conocimiento, la educación, la ciencia, la filosofía, la teoría y la epistemología. Es decir, el orden mundial impuesto desde el centro produce una subordinación en el plano material, pero también en el plano de la subjetividad, la cultura y el conocimiento.

En este sentido, las naciones periféricas se han caracterizado por la preeminencia de carencias económicas que comúnmente repercuten en el ámbito subjetivo e intersubjetivo, social, político, educacional y cultural en general. En la esfera educacional ‒foco de atención que nos ocupa‒, una de las circunstancias más adversas del docente en un país periférico como Cuba es que se reciben presiones diversas desde los países del centro. Desde estos, por ejemplo, se establecen estándares que nos colocan en desventaja, pues a menudo las condiciones materiales dificultan su cumplimiento. En este contexto, nuestras instituciones intentan cumplir tales normas aunque las condiciones sean desfavorables.

Un ejemplo significativo son los requisitos para tratar de ascender en el ranking de las universidades (QS Topuniversities, 2020). La mayoría de los criterios para ubicarse en el ranking están en relación directa con la proyección internacional de la universidad en cuestión. Evidentemente, la limitación de recursos constituye un obstáculo primordial. En el caso de Cuba, esta barrera se eleva aún más teniendo en cuenta el histórico aislamiento, por razones políticas, entre la isla y Estados Unidos, donde se ubican las universidades de mejor posición en el ranking. A pesar de las trabas, la Universidad de La Habana logró ocupar el lugar 498 en la propuesta de QS para el año 2021 (Redacción de Cubadebate, 2020).

En el plano individual, el trabajo en general puede asumirse por necesidad económica principalmente o, ante todo, por vocación. Por supuesto que lo óptimo es una combinación equilibrada de ambas razones, pero no siempre se produce y ocurre, entonces, un proceso de cierto grado de enajenación o, alternativamente, se deben enfrentar dificultades económicas para priorizar motivaciones del espíritu y el intelecto. Este último es el caso de no pocos docentes en Cuba.

Si bien el salario en este sector experimentó un aumento no despreciable en 2019, continúa siendo insuficiente para satisfacer importantes necesidades en Cuba, aunque están cubiertas las fundamentales como salud, educación, vivienda (con dificultades en algunos casos), alimentación básica, servicios de electricidad, telefonía fija, agua potable, entre otras. Esta circunstancia provoca que, a menudo, se deban procurar fuentes complementarias de ingresos. Se propicia así que los docentes deban buscar un segundo empleo, contar con la ayuda de la familia o, en el caso sobre todo de los profesores, gestionar viajes al extranjero donde se puedan conjugar las metas académicas (por ejemplo, cursos, maestrías, doctorados, eventos o impartición de conferencias) con ingresos monetarios que se deriven de tales actividades.

Por ejemplo, la profesora Alfonso, autora de este ensayo, en el año 2012 y 2013, tuvo la oportunidad de viajar a México para participar en dos eventos internacionales. Los patrocinadores cubrían todos los gastos; de otra forma le habría sido imposible a Alfonso participar en este tipo de intercambios. Estas oportunidades son muy provechosas para los docentes; sin embargo, la mayoría de las veces la participación se dificulta o imposibilita, debido a los escasos presupuestos con los que cuentan las instituciones universitarias nacionales para estos fines.

En el departamento donde trabaja la profesora, en la Universidad Agraria de La Habana, solo tres profesores han podido viajar a instituciones universitarias en el extranjero en los últimos ocho años, a causa de la falta de recursos económicos para dicha actividad. Tales circunstancias limitan la intercomunicación entre los docentes, su desarrollo académico y profesional, así como el establecimiento de relaciones para futuros proyectos y publicaciones; por ende, también se obstaculiza el desarrollo de la propia institución a la que representan.

El profesor Acosta, por su parte, desde la adolescencia aspiraba a dedicarse a la ciencia. Por eso se esmeró al máximo en sus estudios y logró que se le otorgara una de las carreras más exclusivas en Cuba: Radioquímica. Sin embargo, tras concluir el primer año con excelentes resultados, tomó una decisión que sorprendió a todos a su alrededor: cambiar de carrera para Licenciatura en Lengua Inglesa.

Transcurrían los años de la segunda mitad de la década de 1990 y Cuba se empeñaba en salir de una de las crisis más severas de su historia. Se conoció esa época como “Período Especial”. A principios de la década, el producto interno bruto del país había disminuido en más de un 30 % y se había perdido más del 70 % de la actividad de importación/exportación, como consecuencia de la caída del socialismo en Europa del Este, cuyos países constituían los principales socios comerciales de la nación antillana (Bell Lara et al., 2017).

Una de las estrategias del país para enfrentar la crisis fue el desarrollo de la industria turística. En este contexto, Acosta reorientó su formación profesional para poder prosperar económicamente y ayudar a su familia, que padecía con creces el peso del Período Especial. Académicamente, Acosta logró ser el mejor graduado de su año y, así, pudo obtener la única plaza en turismo disponible para su graduación. Es importante destacar que, en Cuba, es ley que el Estado otorgue un trabajo a cada graduado universitario y la calidad de ese trabajo, en general, es directamente proporcional a los resultados obtenidos durante los estudios de pregrado.

De esta forma, Acosta, ya licenciado en Lengua Inglesa, con diploma de idioma francés de la Alianza Francesa y ubicado laboralmente en una de las agencias turísticas más importantes del país, cursó los estudios específicos correspondientes y recibió el entrenamiento requerido para trabajar como guía de turismo, entre otras labores, en la referida agencia, donde permaneció durante más de un lustro. Sin embargo, la motivación hacia la esfera académica no había desaparecido, permanecía latente y, en 2010, Acosta se convirtió en profesor universitario. No obstante, se mantuvo combinando el trabajo docente e investigativo con la actividad en el sector turístico, esta vez a tiempo parcial y aprovechando su experiencia previa en esa industria.

Acosta encontró la manera de que ambas profesiones se nutrieran mutuamente. Los estudiantes se han beneficiado, en su formación lingüística y cultural en Lengua Inglesa, de los conocimientos adquiridos por el profesor en el ámbito turístico y, viceversa, el profesor ha podido perfeccionar su labor en la esfera turística gracias a los conocimientos adquiridos en la academia. Sin embargo, es una realidad que llevar al unísono ambas profesiones, aunque necesario, constituye un reto significativo.

Retos filosóficos y científicos

La epistemología constituye uno de los mayores retos actuales para la ciencia y la docencia. La híperespecialización hacia la que han avanzado la ciencia y las profesiones como la del docente es hoy un obstáculo. El mundo es demasiado complejo como para poder entenderlo desde feudos o islas disciplinares. Se requiere, por tanto, una mirada interdisciplinar y una mayor preparación filosófica, independientemente de las materias que se impartan. El enfoque de la complejidad es muy útil al respecto (Morin, 2000). También lo es el giro decolonial y su certeza en torno a la necesidad de un “cambio de la geografía de la razón” (Maldonado-Torres, 2011, 2017).

En este sentido, como se argumenta desde el concepto de giro decolonial (Maldonado-Torres, 2011; Grosfoguel, 2007), las necesidades, preguntas, conceptos, estándares y puntos de vista del Sur Global se ven a menudo ignorados ante la hegemonía de enfoques epistemológicos y teorías impuestos desde los centros de poder académico. Las Epistemologías del Sur (de Sousa Santos, 2011a) reclaman, precisamente, nuevos procesos de producción y valorización de conocimientos válidos construidos en el Sur Global, así como nuevas relaciones entre estos conocimientos y aquellos legitimados históricamente desde posiciones eurocéntricas.

Por ejemplo, el materialismo histórico y dialéctico ‒desarrollado por los pensadores marxistas clásicos, pero también ampliado y contextualizado por intelectuales cubanos‒ constituye una fuente epistemológica recurrente en la obra de no pocos académicos de la isla que investigan la realidad social, política y económica tanto del ámbito nacional como internacional. En este sentido, es conocido por los autores del presente ensayo que los trabajos investigativos de algunos colegas han sido en ocasiones rechazados por revistas de “alto nivel” debido al empleo de referencias a la obra de autores marxistas. Asimismo, en dos momentos de su carrera, trabajos del profesor Acosta han sido objetados por “revistas de impacto”. Al hacerlo, las revistas no han argüido errores de contenido o forma, sino que los trabajos no se ajustan a determinada disciplina. En realidad, los trabajos sí han tenido un fuerte componente de esa disciplina; aparentemente, el “problema” ha sido el marcado carácter interdisciplinar de los trabajos. Luego, se ha encontrado espacio de publicación en ámbitos nacionales.

El enfrentamiento a esta realidad demanda, en general, una mayor colaboración y trabajo en equipo con colegas de distintas disciplinas e instituciones que conduzca, por ejemplo, a la creación e impulso de publicaciones nacionales. Se requiere, por otra parte, una mayor transversalidad en los programas y planes de estudio. No podemos llevarles a los estudiantes enfoques fragmentarios de la realidad, sino perspectivas holísticas, considerando las distintas teorías y marcos epistemológicos existentes. Lo anterior es particularmente relevante en el ámbito de las ciencias sociales y las humanidades, que presentan complejidades específicas como la frecuente necesidad de estudios cualitativos, la relativa escasez del experimento en la metodología aplicable y el peso considerable que posee la subjetividad como elemento fundamental de los objetos de estudio.

La irrupción de las tecnologías modernas de la información y las comunicaciones, por otro lado, han venido a complejizar aún más la labor del docente. Bien empleadas, estas tecnologías constituyen una herramienta muy provechosa, pero a menudo vienen también acompañadas de distintas problemáticas. Una de esas problemáticas es el sobredimensionamiento que suele asignársele a su utilización. Los países periféricos no poseen las mismas fortalezas en cuanto a infraestructura y desarrollo tecnológico, mientras que la tendencia mundial, sin embargo, es a sobreestimular su empleo de manera casi omnipresente, a lo que no escapan los jóvenes cubanos. Esta situación genera ansiedad e híperdependencia en las aulas. De manera que se precisa una labor educativa encaminada a saber armonizar, de manera balanceada, el empleo de Internet y otras herramientas digitales con métodos y recursos más tradicionales que conservan su vigencia y se mantienen asequibles (Almeyda Vázquez y Acosta González, 2012).

Ligado al problema anterior, los estudiantes necesitan mayor orientación sobre la búsqueda de información. El mundo actual se caracteriza por la sobresaturación de la información y la existencia, junto a información valiosa, de desinformación que circula abundantemente en las redes sociales digitales y en no pocos sitios en Internet (Coles, 2018). Cómo contrastar fuentes y priorizar aquellas que se sustentan en la ciencia constituyen enseñanzas fundamentales en estas circunstancias. El debate filosófico en torno a qué es la verdad y cómo llegar a ella es esencial (Kirkham, 2001; McIntyre, 2018).

La profesora Alfonso, por ejemplo, imparte, en la Universidad Agraria de La Habana, la asignatura Teoría Política a estudiantes de segundo año de Medicina Veterinaria y de Ingeniería Agrícola, jóvenes que en su mayoría llegan al aula acostumbrados a consultar Wikipedia como fuente principal para informarse. Poco a poco esta docente les explica y les demuestra la importancia de consultar otras fuentes bibliográficas, como sitios en Internet conocidos por su rigor investigativo y artículos científicos producidos en universidades o centros de investigación y publicados en revistas científicas, así como libros escritos por estudiosos del tema.

En la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana, por otra parte, el profesor Acosta ha diseñado e impartido distintos cursos como Lengua Inglesa y Análisis de Texto. En este proceso ha estimulado y puesto en práctica el empleo de materiales audiovisuales y la búsqueda de información en Internet. Sin embargo, ha aclarado que “cuando se inventó la bala, se siguió empleando la flecha” y que la tecnología bien empleada es muy útil, pero la híperdependencia de ella puede ser adictiva y contraproducente. Por tanto, para una presentación en el aula u otra actividad, el estudiante puede emplear medios digitales u otros entre los más avanzados, pero debe estar preparado también para auxiliarse solo de su expresión oral, la pizarra, láminas u otros medios menos sofisticados. Esta actitud ha servido, en ocasiones en que han ocurrido fallas en el servicio eléctrico o roturas de equipos, para poder realizar la actividad en el aula.

Retos psicológicos y comunicacionales

En estrecha relación con los retos descritos anteriormente, la comunicación profesor-estudiante, fundamentalmente en el ámbito de las ciencias sociales y las humanidades, presenta importantes complejidades en la actualidad. En el entorno cubano, se producen especificidades en la interacción entre los roles asignados y asumidos, por un lado, y las necesidades educativas y las circunstancias políticas, históricas, económicas y sociales antes abordadas en este ensayo, por el otro.

Por una parte, el profesor, como autoridad, debe mantener adecuados niveles de disciplina, respeto y orden en el aula mientras que, por otra parte, muchos de nosotros en la isla nos sentimos inspirados por modelos de comunicación educativa alejados, en la justa medida, de la educación “bancaria” (enfocada en la información que brinda principalmente el profesor) o la educación con énfasis en los resultados (a menudo fundamentada en el conductismo). El énfasis en el proceso formativo, así como la promoción de una elevada contribución por parte del estudiante en la interacción con el profesor, debe ser la prioridad, sin obviar la importancia de la esmerada preparación que debe poseer el profesor para brindar información de calidad o la relevancia de que los estudiantes obtengan buenos resultados de acuerdo a los objetivos trazados (Kaplún, 2016). La educación no es mera reflexión inducida sobre un mundo externo al estudiante; es preparación y acción, individual y colectiva, hacia la emancipación, autodeterminación responsable y transformación de la sociedad en que se vive, sobre la base de los valores que se promueven en aras del bien común (Delgado, 2020).

Este enfoque requiere que, sin que se resquebraje el respeto y la disciplina, el estudiante sienta plena libertad de expresión en el aula, sin temores de ser de ninguna manera mal visto o reprendido por emitir las opiniones, juicios o valoraciones que posee. Las divergencias y contradicciones en relación con los temas políticos y sociales, entre los estudiantes o entre estos y el profesor, ocurren y deben manejarse de forma adecuada, pero no es sencillo debido a las tensiones que se generan. La obra de Vygotski (2001) y de Bohm (2004) son muy útiles al respecto. El problema, que no es nuevo, se agudiza en el mundo actual ante la creciente polarización política y la preponderancia de las redes sociales digitales e Internet en general, espacios donde se exacerban las burbujas ideológicas o valorativas, las que acentúan las divisiones, el aislamiento grupal y la conflictividad.

Al respecto, la profesora Alfonso imparte una de las asignaturas de las Ciencias Sociales más polémicas en la actualidad, sobre todo en el escenario cubano donde los estudiantes, por lo general, cuestionan, critican, son rebeldes, defienden su criterio y en ocasiones se tornan hasta desafiantes. La realidad cubana es bien difícil desde el punto de vista económico, de ahí que dialogar con los jóvenes, exponer los diversos criterios, escuchar e intercambiar opiniones es provechoso y saludable para la formación de estos futuros profesionales e, incluso, para la propia educación cubana. Permitirles a los jóvenes que expresen su sentir y conversar con ellos sobre sus preocupaciones y dificultades es un método que deberían utilizar todos los docentes; a Alfonso, particularmente, le ha dado muy buenos resultados. Cuando el estudiante percibe que su criterio es tomado en cuenta y que sus inquietudes son escuchadas y aclaradas, se motiva, participa y en la mayoría de los casos se entusiasma con la asignatura.

Con uno de los grupos de Medicina Veterinaria, la profesora Alfonso estuvo todo un semestre analizando las diferentes temáticas que aborda la asignatura, la que requiere de una actualización constante. Casualmente, en ese periodo se estaban acercando las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos, en las que fue elegido el Presidente Donald Trump. Desde la asignatura se le dio seguimiento a la noticia, analizándose los debates presidenciales entre los candidatos y los escándalos en los que ambos estuvieron inmersos, hasta que finalmente Trump asumió la presidencia. Cuando culminó el semestre, y ya esos estudiantes no eran alumnos de Alfonso, se encontraban con la profesora en los pasillos de la universidad, en la biblioteca u otros espacios y, espontáneamente, le comentaban sobre las noticias más relevantes de la administración Trump, lo que significaba que se sentían motivados, seguían de cerca las noticias, se mantenían actualizados y, sobre todo, que la asignatura había tenido un impacto favorable en su formación.

En el contexto también de los retos psicológicos y comunicacionales para el profesor universitario en el proceso enseñanza-aprendizaje, se ponen de relieve, como obstáculos que deben vencerse, fenómenos estudiados por las ciencias cognitivas pero, según nuestra percepción, no debidamente divulgados y conocidos. Algunos de los fenómenos más relevantes en este sentido son la disonancia cognitiva (el malestar que nos ocasiona encontrar evidencia que contradice nuestras creencias, emociones o sentimientos), los prejuicios de confirmación (tendencia a buscar información e interpretarla a tono con nuestros sentimientos y creencias) y la tendencia a tratar de ajustarnos, en cuanto a nuestras creencias y comportamiento e ignorando evidencia contradictoria si es preciso, a los grupos sociales con los que más nos identificamos, conducente a formas de “tribalismo” y la consiguiente belicosidad contra otros grupos.

Esta dañina realidad, unida al efecto Dunning-Kruger (consistente, básicamente, en creer que sabemos más sobre un tema de lo que realmente sabemos), nos lleva a menudo a no aceptar hechos y evidencias, así como a percibir e interpretar los objetos de nuestro análisis (sobre todo aquellos de carácter social y político) de acuerdo a nuestras creencias preexistentes, a nuestros sentimientos y emociones y a nuestros deseos de que la realidad sea de determinada manera, lo que dificulta el camino hacia el conocimiento de esa realidad (McIntyre, 2018).

El profesor Acosta, además de la enseñanza de pregrado para estudiantes cubanos, imparte conferencias sobre las relaciones Cuba-Estados Unidos a diversos grupos de universitarios estadounidenses. Su tesis doctoral, de naturaleza interdisciplinar, lo condujo a laborar en el CEHSEU, donde profundizó su preparación para abordar este tema. En general, los estudiantes estadounidenses son muy respetuosos, escuchan atentamente y debaten con inteligencia, a pesar de las marcadas diferencias entre los puntos de vista prevalecientes en los dos países con respecto al tema de las relaciones bilaterales.

Sin embargo, en una ocasión, sucedió algo interesante. Habitualmente, en una parte de sus conferencias, el profesor expone ideas sobre la larga historia de agresiones del estado norteamericano contra Cuba. Para ello emplea, fundamentalmente, fuentes y autores estadounidenses, pues los hechos están bien documentados en la historiografía y en los documentos disponibles en sitios de ese propio país; por ejemplo, Elliston (1999). En esa ocasión, el profesor había notado, mientras abordaba el tema, que una de las estudiantes mostraba un lenguaje corporal que indicaba molestia o frustración al escuchar que su país había sido, históricamente, tan agresivo contra su vecino caribeño. Al terminar la exposición, el profesor, como de costumbre, pidió a los estudiantes que hicieran comentarios o formularan preguntas si así lo deseaban. La estudiante en cuestión pidió la palabra para decir que tal agresividad el profesor la estaba contando a partir de fuentes cubanas y que habría que ver otros puntos de vista.

Acosta comentó que, en temas tan delicados y polémicos, él estaba de acuerdo en que escuchar todos los puntos de vista era muy sabio, pero que las fuentes empleadas en la conferencia eran, predominantemente, estadounidenses. Al parecer, para aquella estudiante era tan insólito y chocante, emocionalmente, escuchar que su país hubiese sido tan agresivo con un pequeño vecino, que apenas percibió a lo largo de la conferencia que las fuentes empleadas eran estadounidenses. El profesor dio atrás a su presentación de PowerPoint y mostró las fuentes, para asombro de la estudiante, quien asintió y se quedó reflexionando.

Por otro lado, para el profesor Acosta, en la docencia de pregrado, la labor ha ido acompañada de estrategias para continuar desarrollando el pensamiento crítico en los estudiantes, de manera que puedan diferenciar, por ejemplo, productos audiovisuales e información de calidad de aquellos más superficiales y menos elaborados o fundamentados, en un momento en que Cuba es un país cada vez más abierto a la selección y el consumo individualizados de la producción mundial de audiovisuales y de información en las redes sociales digitales e Internet en general (Morales Alfonso & Landaburo Sánchez, 2017).

Una de las estrategias en el aula ha sido la estimulación de una cultura de debate adecuada, mediante la autocrítica y la crítica respetuosa, el análisis ponderado, escuchar empáticamente al otro y argumentar con solidez los puntos de vista propios, basados en información contrastada y precisa, evitando falacias lógicas (Heberle, 2017) y teniendo en cuenta la existencia de posicionamientos ideológicos, valores y relaciones de poder diversos en la práctica social y en el discurso como parte de ella.

Esto no siempre ha sido sencillo y se producen resistencias en la práctica que es necesario enfrentar con paciencia, amenidad y hasta sentido del humor. El estudiante, en un primer momento, se ha sentido contrariado o incómodo, pero luego se ha acercado para agradecerle al profesor Acosta la oportunidad de construir juntos el conocimiento, sin autoritarismos ni maniqueísmos. La atmósfera de confianza y plena libertad de expresión promovida por el profesor ha propiciado, en la práctica, que los estudiantes se le acerquen para hablar, sin tapujos ni resquemores, de temas delicados diversos, tanto en el aula como fuera de ella.

Reflexiones finales

En la actualidad, el docente, y en particular el profesor universitario, enfrenta retos diversos en distintas esferas. Los procesos de globalización y la interconexión digital, si bien ofrecen importantes ventajas, también agudizan muchos de esos retos. Las circunstancias suelen ser más difíciles en el mundo de la llamada periferia, antiguas colonias o neocolonias que arrastran legados históricos adversos. En este contexto, Cuba es un caso peculiar. Padece las desventajas pero las metas descolonizadoras y decoloniales se han trazado con determinación y tenacidad. Los resultados son palpables, aunque las limitaciones y desafíos marcan también la vida cotidiana del profesor.

¿Cómo mantener el entusiasmo por la labor docente cuando el salario no es suficiente y otros sectores ofrecen mejores perspectivas de progreso económico? La solución que algunos han encontrado, para no tener que desvincularse de la docencia por razones económicas, ha sido trabajar a la par en una cafetería o dulcería en horarios nocturnos que no interfieren con el horario del profesor, vender bisutería, artículos textiles, calzados y accesorios, servir de guías de turismo, trabajar en casas de alquiler para extranjeros o nacionales, entre otras opciones.

¿Cómo cumplir los estándares internacionales cuando no se posee el mismo acceso a bases de datos, a servicios en Internet y a recursos en general cuyo empleo los países del centro dan por sentado como algo normal en el trabajo diario? ¿Cómo gestionar publicaciones, becas, maestrías y doctorados sin financiamiento propio en un sector tan competitivo? ¿Cómo disponer del tiempo necesario para la constante superación académica que el mundo contemporáneo demanda, en medio de escasez y vicisitudes de la vida cotidiana que con frecuencia un profesor de los países del centro no tiene que enfrentar?

La respuesta ha sido, en Cuba, según podemos observar, perseverar a partir de una fuerte motivación, aprovechar el rasgo cultural propio que con frecuencia nos lleva a ser muy comunicativos y a establecer relaciones de amistad y camaradería con relativa facilidad, contar con la familia más cercana –que es muy extendida en nuestro entorno– y establecer fuertes redes sociales de apoyo, no desalentarnos ante las dificultades, sino ir en busca de alternativas y soluciones creativas, entre otras.

¿Cómo estimular la necesaria desinhibición plena del estudiante en la expresión de sus ideas, principalmente las políticas y sociales, en un país asediado durante 60 años por una superpotencia que persigue el desmantelamiento del Estado en ese país y donde, por tanto, la unidad política es cuestión de supervivencia nacional? Evitando el temor, que a veces ha existido, a discrepar de determinadas líneas de pensamiento, empleando buenas prácticas comunicativas, concientizando sobre el valor del debate y la inclusión y generando una atmósfera de amplia y libre participación, con el debido respeto y racionalidad, entre otras estrategias.

Las anteriores son preguntas presentes en la actividad profesional cotidiana de los autores de esta reflexión. Las respuestas, y su ejecución, se han encontrado, en síntesis, en la paciencia, creatividad, perseverancia y resiliencia. El necesario sacrificio se alivia gracias a lo singularmente gratificante de la actividad educativa.