Universidades autónomas, territorios educativos y agrociudades del norte de México Universités autonomes, territoires éducatifs et agro-villes du nord du Mexique

Abel Leyva Castellanos 

https://doi.org/10.25965/dire.647

se aborda como objeto de estudio las universidades del norte de México, la especificidad relacionada con el territorio, las ciudades, municipios y la universidad ligada a la crisis posambiental, colocada en el escenario del cambio climático. La territorialidad de las universidades del norte de México se concibe por la condicionalidad de su territorio, la función específica del lugar, la sobreexigencia gubernamental, las escalas fijas de rendimiento, la eliminación de recursos para el desarrollo universitario, las visiones jerarquizadas por el Ranking Académico de las Universidades del Mundo (Academic Ranking of World Universities, arwu) y el desafío científico de responder a una nueva condición compleja: la desaparición del tiempo de seguridad ambiental.

sont abordées ici les universités du nord du Mexique dans leur spécificité territoriale, à savoir les liens qu’elles tissent avec les villes et les municipalités dans un contexte de crise post-environnementale et de changement climatique. Le concept de territorialité des universités du nord du Mexique se conçoit dans un cadre bien spécifique marqué par des échelles de rendement fixes, l’élimination des ressources destinées au développement universitaire, l’obligation du Ranking Mondial des Universités (ARWU) et des gouvernements de plus en plus exigeants. Un dernier pooint : celui du défi scientifique qui consite à répondre à une nouvelle condition complexe : la disparition du temps en matière de sécurité environnementale.

Sommaire

Texte intégral

La relación dinámica universidad, territorio y poscrisis ambiental

Tenemos una humanidad alfabetizada en el norte de México, un grupo de ciudadanos suntuosos, grupos de ciudadanos sin ella y otros con alternativas limitadas. Investimos universidades autónomas interferidas por las instituciones del Estado; contamos con el mayor antagonismo, fabricado desde la esfera del poder y presiones presupuestales a los generadores del conocimiento científico.

Hemos creado partidos políticos que administran las esperanzas de las poblaciones y la desesperanza de que las soluciones lleguen a todos, y promovemos una desarticulación concebida por el que escribe como la madre de todas las desarticulaciones, en tiempos de la poscrisis ambiental: la universidad, la sociedad, la empresa, el Estado y el medio ambiente.

Desde un estudio basado en un instrumento que hemos llamado Evaluación Diagnóstica de lo Político, Económico, Social y Educativo (ED-PESE) se promueve un estudio multidimensional aplicado en agrociudades del norte de México, para conocer las expectaciones de la ciudadanía respecto al imaginario en el cambio de poderes y en las expectativas para salir de las condiciones de desarrollo con que cuentan.

En cualquier caso, la educación es de sobreinterés y la educación, en específico la de las universidades autónomas, copromueven instancias organizacionales en la entidad de origen, pero principalmente generan el conocimiento social, abierto, universal y puesto en ciclo para el desarrollo integral de la sociedad a la que presumiblemente se debe, y que se encuentra en crisis por la incursión de influencias distintas en la organización escolar, investigativa y académica.

La cartografía del espacio educativo, a través de las universidades, produce severos impactos en las comunidades y expande las posibilidades ilusionistas de la educación; las variables cimbran sus dinámicas en procesos de intersección de los problemas y han vuelto difusas la espera, el cambio y la fusión.

Las propuestas universitarias han divulgado desde sus planes de estudio el conocimiento parcelado, fragmentado, incluso débil, para el nivel de problemas que emanan socialmente de los espacios. Universidad y territorio son conectados por el flujo formativo como proyecto moderno, pero también mediáticamente obligados a la globalización. La recolocación de una universidad, cuyas formas de entretejer la formación universitaria pertinente para el contexto del desarrollo regional como para el sentido de globalización, no se resume en la posibilidad de crear conocimiento si no complementan la operación de la orientación del conocimiento creado, construido, elaborado y distribuido por la universidad local; tendría que discernir entre la venta del conocimiento y el conocimiento libre. Quizá ambas son originadas por distintas fuentes de generación del conocimiento, pero la territorialización de la educación tendría que transitar por su extraterritorialización.

La extraterritorialización radica en que las universidades autónomas, por el perfil del conocimiento creado, se conciben en un proceso ya de casi treinta años de internacionalización que responden a distintas etapas y lugares para colocarse en el escenario mundial del esquema de los rankings. En el planteo hipotético, las universidades intentan jugar el rol de ser contrageográficas (Sassen, 2013); reproducen imágenes de cambio, pero al mismo tiempo producen hipótesis fundadas en un territorio que cambia demasiado.

Las reformas universitarias son acompañadas por financiación limitada para producir efectos científicos de trascendencia. Sin embargo, en el ambiente mexicano se asoma una propuesta en la que el gobierno federal mantendrá una línea de incremento de los recursos para las instituciones de educación superior, denominados presupuestos multianuales.  Esto está en el tono de la promesa y aún no tiene procedimientos definidos. Además, no debemos reducir la compleja relación universidad-territorio y el vasto conjunto de problemas por las que pasa la relación. Esto supone la generación de varias preguntas pertinentes: ¿es la universidad la productora de ejes de influencia territorial por medio del Estado? ¿Podremos hablar de una universidad contrageográfica, debido a la tendencia interestatal e internacional?

Los puntos de impacto de las universidades, y la influencia en las regiones, tienen que ver con los modos de incorporar a la empresa, la coordinación con las autoridades de gobiernos estatales y federales junto con los soportes sociales para generar el conocimiento aplicado y básico, asociado a estructuras curriculares que emanan diseños de carreras profesionales que intentan representar la vocación económica de la región y que, hoy, parecen desconectadas del corredor productivo y comercial, al configurar supuestos que por el anquilosamiento de la relación conocimiento-productividad operan una caducidad venida de los ejes que responden, sobre todo, a intereses de rentabilidad, pero no necesariamente al desarrollo directo de la comunidad.

Entonces, la relación óptima entre un trabajo de investigación, cuyos ejes proponen despuntar las cualidades regionales, puede calificarse por la comunidad científica como pertinente, pero no garantiza que esa pertinencia sea también para la iniciativa privada, y quizá hasta más grave sea la distancia respecto a las instancias públicas. A lo que desde el espacio académico podemos llamar pertinencia, no necesariamente es vista con los mismos ojos por todos los sectores, ya que para algunos es crear conflictos por el carácter autónomo y liberal de la vida universitaria y que como perfil dominante orienta a la formación de profesionales para el empleo local.

Este modelo liberal de la ciencia, el conocimiento, la extensión y la docencia, es antagónico para un sector empresarial que acusa carencias en la formación universitaria, dando pie a justificar el desempleo, parte de un supuesto déficit en los profesionales; por tanto, a la no promoción de firmas de convenios entre la universidad-empresa-estado. Esto no es revelador; ya ha sido publicado por muchos colegas, pero es ciertamente indispensable mostrar el contraste en las ciudades de Monterrey, Ciudad Juárez, Culiacán y Hermosillo, entre universidad, sociedad y empresa. En este escenario, la estrecha relación con el sector productivo consolida la ventaja competitiva en la región.

Las distintas formas de insertarse de las instituciones de educación superior tienen que ver con establecer líneas de innovaciones en procesos y productos, definiendo una calidad tácitamente acordada, al tiempo que la región tiene un paisaje diverso de educación superior y es poco o nada utilizado por la empresa como fuente de investigación y desarrollo. Pero los departamentos de ciencia y tecnología de las regiones procuran la investigación local y regional promoviendo la investigación y algún tipo de relación con la empresa y las instituciones gubernamentales.

Note de bas de page 1 :

 La crisis posambiental es referida a las tareas incuestionables e inaplazables de la lucha organizada para regenerar, mitigar, adaptar la vida humana a la vida del planeta. Es crisis posambiental porque no debemos afirmar que hay desinformación por los dueños de petroleras, mineras y empresas, que han sido en su reciente historia las grandes contaminadoras del planeta. A esto, se suman las gobernanzas mundiales que obstruyen o desencadenan procesos contrarios a lo dicho por las recomendaciones científicas encaminadas a detener la huella de carbono y otros contaminantes, si no estamos frente a una crisis de acuerdos, de consonancias, de ideas, de cooperación. Por lo que la crisis hoy es posambiental en la medida en que asistimos a una sociedad informada, a un capital informado, a un escenario donde los productores son informados y sencillamente les obtura los intereses singulares sobre los humanos y el derecho a la vida digna.

El factor de cooperación en territorio educativo universitario contiene posibilidades en el marco radical de la crisis posambiental,1 y en ella el discurso universitario de concebir una universidad comprometida con el desarrollo es irreversible por la formulación de las visiones y misiones establecidas en los cánones organizacionales universitarios; por lo que se muestra una universidad que ofrece la oportunidad de contagiar el escenario de producción, reforzar el plan estratégico de la formación para el desarrollo, la generación de recurso humano para parques industriales o vincular las herramientas necesarias en la productividad.

Al desarrollar un análisis de las actividades de cooperación entre gobierno, universidad y sociedad, hallamos la débil estructura y alcance de la cooperación entre estos tres elementos. El comportamiento cooperativo para generar conocimiento libre, aplicado, revela que son pocos los investigadores universitarios invitados para atender a las empresas y el gobierno con la finalidad de desarrollar investigación. Así, la transferencia de conocimiento emanado de la investigación se reduce a los informes de las publicaciones de los investigadores. Sin embargo, se opera una política de difusión del conocimiento universitario por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) que impulsa, mediante estrategias, las investigaciones que se sitúen en los lineamientos de la institución. Al revisar con detenimiento la promoción del Conacyt con el Staff llamado por ellos «agencia informativa», vertebra la posibilidad de desarrollar el factor cooperación, pero el norte de México, desde las instituciones de educación superior, tiene gran margen de competencia en campos futuros; un factor que hay que romper es que más del 58% de las empresas declara su amplio interés por cooperar con los científicos locales, pero de ese porcentaje más del 82% no tiene cómo solventar la investigación o el sistema de cooperación. Por tanto, la agenda pendiente es, sobre todo en las agrociudades, el trazo de políticas para generar las colaboraciones apropiadas, iniciarlas, ampliarlas o transformarlas con pertinencia para todos los sectores.

En más del 92% de los entrevistados entre las empresas y los científicos, la relación de colaboración se genera por contactos personales. Esto ayuda y, al mismo tiempo, sesga las posibilidades en la mayoría de científicos y empresas para entrar en un desarrollo sostenible de la producción científica. Una de las colaboraciones apropiadas que surgió en la aplicación de la encuesta osciló entre el recambio profesional, la necesidad del gobierno de atender con mayor solvencia los servicios públicos de las agrociudades por la deshabilitación laboral de los oficios y la de los artesanos. La recuperación, desde la perspectiva de la reprofesionalización, procede, conforme a normas de calidad formativa que permitan al sector de los oficios reinstalarse sobre las nuevas modalidades y requerimientos; entonces, la formación sería el punto de inicio, no de llegada, para estar acorde con los nuevos requerimientos que demandan los nuevos acontecimientos; esto es un modelo de inclusión social que sólo la colaboración apropiada ofrecería a este entorno productivo-regional-local que envejece a gran velocidad. En las encuestas aplicadas, una de las conclusiones es el recambio técnico y laboral en la sociedad del norte mexicano.

Note de bas de page 2 :

 Instituto Tecnológico de Sonora (ITSON) en Ciudad Obregón.

Otra de las conclusiones en este segmento de territorios educativos es concebir las universidades como productoras de nuevos campos tecnológicos y definir una política de innovación inclusiva, pero en una plataforma común, soportada sobre el bucle de conocimiento inclusivo-intensivo e intensivo-inclusivo. Sin embargo, las universidades autónomas de Sinaloa, Nuevo León, de Sonora y Juárez, junto con el ITSON2, son instituciones líderes en la región en la investigación pública. Además, las políticas de investigación son de gran alcance social y corresponden a la “aplicación” de sectores industriales innovadores, principalmente mediante procesos de innovación y de nueva calidad de productos. Esto sugiere que son candidatos fuertes a tender puentes de interés en la cooperación, gracias a la investigación y a las instalaciones científicas. Sin duda, las universidades de la región del norte de México son productoras de conocimiento pertinente, desarrolladores de tecnología (aún insuficiente), y las empresas deben ser consumidoras, demandantes de la tecnología local, cuando en gran medida compran la tecnología (no es transferencia de tecnología) a empresas extranjeras.

La producción social del conocimiento en las universidades del norte de México

La producción del conocimiento en torno a la generación de profesionales se sitúa sin embargo ante una nueva realidad, tal como lo dice Robert J. Shiller (2015) “La seguridad de tener un puesto de trabajo no va a volver” y, agregaríamos, el mantenerlo tampoco. Existe cierto conocimiento básico y trabajo científico militante venido de las ONGs que han aglutinado a científicos de forma transdisciplinaria, honorífica y voluntaria y puesto los puntos nodales de un conocimiento libre y social (un poco después daremos cuenta de ellas). Sin embargo, nombrar algunas sobresalientes tales como Clínica Almas en Sonora, cuyo conocimiento sobre la zona Guarijia despunta desde la militancia hacia la salud pública constituyen datos provechosos, venidos del modelo de intervención; también la International Council for Clean Transportation, que pone a la palestra el tema de Volkswagen, o la Red de Feminicidios del Estado de México, que como observatorio denunciante, coloca la información sobre el tema en el redondel de la internet y muchas más desde el punto social del conocimiento libre.

Los sistemas de acreditación de programas en México, tales como la Comisión Nacional para la Evaluación de la Educación Superior (CONAEVA) y la Coordinación Nacional para la Planeación de la Educación Superior (CONPES) están en crisis. La CONAEVA establece un marco conceptual y operativo para el Sistema Nacional de Evaluación, determinando estrategias para los procesos de evaluación. Sin embargo, para la organización interna de la Universidad, es importante entrar a estos procesos porque los mejora, pero no procura más y mejores recursos para las propias Universidades. Es necesario situar el andamiaje evaluativo en la adquisición real de nuevos y mejores recursos para el desarrollo de la vida universitaria.

 De ahí derivó, por propuesta de la Asociación Nacionalde Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), la creación de los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES). El desafío es que, mientras el Gobierno va cerrando puertas, una Universidad como la Autónoma de Sinaloa ha hecho crecer su presencia en las más diversas como lejanas localidades, a través de alguna. Es una estrategia educativa en favor de la inclusión y en donde la evaluación tendrá que considerar los beneficios como los costos de esta política inclusiva que hace permanecer la posibilidad de mejora a los estudiantes de la Universidad. Las escalas de sostenibilidad ofrecida desde la pérdida de un tiempo de seguridad ambiental obliga al Estado a establecer los puentes financieros para evitar un naufragio universitario y que redunde en la generación de conocimiento, de ahí que la Universidad Autónoma de Sinaloa, la Universidad de Sonora, la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y la Universidad Autónoma de Nuevo León hayan alcanzado una importante credibilidad social en lo que va del siglo veintiuno.

 Sin embargo, los resultados no refieren el presupuesto que la universidad requiere para promover una economía del conocimiento de escalas dado por la generación del conocimiento no gubernamental. La evaluación diagnóstica de programas académicos, funciones institucionales y proyectos    con la finalidad de identificar logros y áreas de oportunidad y así proponer estrategias para mejorar la calidad de los programas de licenciatura, principalmente.  Eso produce un enorme vacío de políticas financieras para el desarrollo universitario y somete a un carrusel de hacer siempre lo mismo, con recursos financieros cada vez más reducidos.

El mundo superior al que se aspira requiere que los modos de evaluación, como los del Consejo para la Acreditación de la Evaluación Superior, AC (COPAES), estén sintonizados a recursos financieros que acerquen a las universidades al desarrollo, no al estancamiento, como pudiese suceder si caen para las próximos años, partiendo de 2016, los apoyos a las universidades (como se plantea en la reducción del presupuesto federal para las IES).

Note de bas de page 3 :

 Todos estos y otros organismos de evaluación, que para el caso no es necesario mencionar, definen como central el vínculo entre la enseñanza y la investigación.

Una universidad, como la Autónoma de Sinaloa, cuya cobertura (matrícula) creció en los últimos 12 años en 40%, muestra una política universitaria que ha entendido el desarrollo regional al preparar profesionales y científicos para responder al desafío regional, local y extraterritorial. El crecimiento en posgrado conformó, desde 1992, un mecanismo de reconocimiento a la calidad de los programas con una orientación científica otorgada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) - basada en el padrón de programas de posgrado de excelencia de universidades públicas estatales. El norte de México ha gestado nuevos liderazgos en producción de conocimiento y de científicos; esto hace que los actores universitarios disten mucho de estar en una conformidad sistémica, porque si son compulsivos los procesos evaluadores,3 que lo sean en ese mismo tono los recursos para el desarrollo de las universidades.

Las universidades han gestado la explosión de conocimiento en redes. Procuran que los sistemas de educación superior y de investigación en sus territorios educativos impliquen el recambio profesional y técnico basado en un bucle conceptual consistente en diseño y economía, enseñanza e investigación y desarrollo, desarrollo y prestación de servicios.

Esto indica la posibilidad de pensar en el recambio técnico y laboral como políticas de referencia en la sociedad del norte de México. Es posible orientar el desarrollo sostenible basándolo en la reestructuración de la productividad económica, colocándolo en el comercio internacional y el borrado paulatino de la huella de carbono, transferencia, producción y distribución social de la tecnología ; enmarcada ésta en una agenda de transición ecológica sostenida en cuatro dimensiones: adaptación, mitigación, regeneración y sostenibilidad.

El desarrollo regional, soportado sobre un desarrollo científico del siglo XX y una desarticulada relación entre gobierno, ciencia y sociedad, han producido distancia entre la producción científica de las universidades y las proyecciones calculadas, conservadoras de las agroempresas; por lo que, conceptualmente, hemos observado la necesaria mexicanización de las cadenas de valor desde las agrociudades, el desarrollo regional y el desafío de una explosión demográfica apenas reconocida en México, con aproximadamente 121, 783, 280 mexicanos, según  CONAPO, y alrededor de 22 millones de personas en el norte de México. Esto produce una acumulación de desventajas, como la pobreza extrema, que obliga a procurar el gran desafío de la gestación de estructuras de igualdad. Una de las consecuencias es el incremento de la informalidad laboral, buscando tener la población vulnerable de los entornos agrocitadinos, para tener mayor actividad socioocupacional.

Las agrociudades se colocaron siempre sobre la premisa de ser las grandes colaboradoras de la soberanía alimentaria, la exportación de alimentos, la lógica de la disponibilidad local de alimentos, distribución sin complicaciones de los recursos geosocioeconómicos del desarrollo regional. Esto, junto con la preparación y almacenamiento de alimentos, produjo una suerte de práctica socioeconómica de especulación sobre el precio, la distribución y el consumo de la cultura socioeconómica local y regional, y cultivó el anonimato de los alimentos. Sin duda, el desarrollo de las universidades en las agrociudades funge como la gran articuladora de la explosión de saberes, aun cuando estemos muy lejos de ser máquinas de optimismo. Se asumen las caras posibles del riesgo y señalizan las rutas cortas, medias y largas. Es por eso porque las universidades siguen teniendo la estructura para resarcir, mitigar, regenerar e impulsar la sostenibilidad de los espacios de las ciudades, desde la generación del conocimiento.

Para ser una ciudad sostenible, es necesario discutir la organización política, demarcar los vectores con que cuenta para neutralizar los efectos contaminantes con la disminución de la línea de carbono, desentrañar la configuración productiva desde la tierra, el mar y el cielo, a a partir de desde una nueva forma de ordenamiento. Es decir, los ejes de las agrociudades, agua y tierra, están en un circuito de desgaste por las prácticas agrícolas anquilosadas del entorno; requieren de medidas políticas de última generación. La figura universitaria y la municipal son de los anclajes organizacionales cuyo sufrimiento de cambio para cualquier lado que se muevan tendrá mutaciones enormes (incluso, sin moverse) porque están sobre la escala de la sobreexplotación.

Las agrociudades como objeto pertinente de estudio desde las universidades

La universidad debe ser altamente libre, con referencia a la gran urgencia del Estado,  reflexionar y generar conocimiento desde otro lugar del desarrollo educativo, científico y docente. La creciente complejidad que hoy imponen los temas sobre el clima permite que la Universidad sea uno de los polos que formule las preguntas correctas acerca del desarrollo socioeconómico compatible en entornos de cambio climático, por lo que se ha considerado que esto es una visión fecunda para proponer la transformación desde la universidad.

Esta pluralidad de fines posibles permite desarrollar la relación universidad y agrociudades e identificar los dispositivos que desde ahí se desprenden para motorizar el análisis sobre las necesidades emergentes de primer orden por la que pasan las personas que habitan las poblaciones.

Desde una reflexión conjunta, desde la visión de la Universidad Nacional del Litoral (en Esperanza, Santa Fe, Argentina) y la Universidad Autónoma de Sinaloa (en Guasave, Sinaloa, México), revisaremos los próximos datos, en tanto que ambas ciudades, consideradas en este estudio como agrociudades, compaginan dramáticamente el deslizamiento de las actividades agrícolas a las actividades industriales, migrando con esto las actividades del campo hacia la ciudad. Los oficios caen en su rentabilidad para los ejecutantes, las profesiones se vuelven inapropiadas y precisan de la dependencia de otros procesos productivos. Con esto se da un emparejamiento de los salarios de las actividades laborales y vuelve a ser menester la pérdida de capacidad adquisitiva.

Las inmensas extensiones de tierra cultivada en los valles de Guasave, El Carrizo, Navojoa y Ciudad Obregón, permiten, a los ojos del paseante, visibilizar la principal actividad agrícola de las ciudades mencionadas. Permite identificar la influencia determinante de la práctica agrícola en la organización de las ciudades que están bajo el cobijo de dicha actividad productiva. Las agrociudades guardan dentro de sí fusiones de actividades rurales, ámbitos comunales, dimensiones urbanas, consecuencias climáticas, ciclos de compra y venta fundados en la economía agrícola, oficios, servicios y escaparates en general de prácticas culturales en extenso.

Las Universidades en las agrociudades transmiten organizacionalmente la esencia de su sentido de territorio, de la vida municipal y los derechos de los grupos culturales. Esto permite afirmar que las esencias del desarrollo cotidiano suministran incertidumbre en los procesos de planeación y organización social de la vida en la agrociudad. En ese estrecho espacio, afirmamos que, gracias a la revolución tecnológica, es dable sugerir que las agrociudades son ciudades globalizadas por su intenso papel productivo de alimentos.

El recambio tecnológico no sólo ha sido para las ciudades globalizadas, sino también por las agrociudades y sus efectos en los precios de los alimentos, en la densidad productiva, en las escaladas de intensa producción y bajo rendimiento. Las agrociudades son fundamentalmente escenificadas en este trabajo en la recuperación de la pertinencia de estudiarlas y considerarlas como objetos de estudio altamente sociológico, pero al mismo tiempo sacuden las finanzas del mundo entero por la relación directa con la producción alimentaria.

Sin embargo, la alta vulnerabilidad social gesta procesos de migración profunda hacia las ciudades con mayor capital concentrado en el sector de los servicios. Es también acumuladora de déficits que parecen interminables en los temas de las igualdades sociales, la inclusión, la democratización de las finanzas, las propuestas de futuro para su población. La producción de oferta educativa sigue siendo altamente deficitaria y la recomendación de los profesores es la migración como salida. Las agrociudades siguen atrapadas en las políticas deficitarias de los programas compensatorios y en las lógicas de las localidades por la visión de los munícipes.

El mundo es sacudido por una crisis alimentaria, una baja de tierras de cultivos, disminución de la calidad productiva de las tierras, agotamiento de recursos hidráulicos y el desplazamiento de grupos sociales girando en torno al trabajo y al agua. En Sinaloa, más de 500 comunidades sufren de las modificaciones ambientales y han tenido que ser asistidas para que se les lleven agua, aunque cuando escribimos este texto, las presas en el norte de México están técnicamente llenas.

El debate consiste en que en las universidades nos debemos a la tarea de fortalecer la emergencia de sociedades abiertas, basados en el conocimiento compartido y la necesaria libertad para el uso social y responsable de las tecnologías y el conocimiento producido. Sin embargo, hay vínculos formales e informales. Los ayuntamientos, las empresas y las instituciones de educación superior intercambian flujos de distribución del conocimiento, transferencia de tecnología y esquemas organizacionales en la ciudad. ¿Cómo son esos flujos?

En la región de Guasave, la práctica productiva sigue encerrada en procesos tradicionales de alto consumo de agua y los aparatos municipales han dado pocos cambios hacia los procesos productivos alternativos y sostenibles. Las escalas productivas y las escalas para proponer soluciones desde la organización social están en crisis; en respuesta a esas escalas tienen que producirse nuevas para responder y generar alternativas transdisciplinarias a los modelos actuales de producción y de organización social, para comprender la cultura productiva llegada desde el siglo diecinueve. La agenda de transición ecológica sugiere plantear desde una visión transdisciplinar nuevos enlaces de las dimensiones activas que influyen decididamente en el medio ambiente, donde lo político irrumpe en la calidad de vida de la ciudadanía, la flora y la fauna:

«topamos con la más extraordinaria extensión a lo no humano de las relaciones sociales […] es la intensa socialización, reeducación y reconfiguración de las plantas y animales, tan intensa que cambia su forma y su función a menudo, hasta su genética» (Latour, 2001:249)

todo ello basado en nuevas escalas de elaboración para identificar el papel actual y futuro de las agrociudades en los escenarios locales, regionales y globales.

La tarea Universitaria desde la visión de esta contribución consiste en articular la noción de colegialidad interinstitucional en la que la alta cooperación permita trabajar multilateralmente y concebir relaciones entre lo planteado por el alcance de la aplicación del modelo de von Hippel. Esto nos ha permitido conocer la organización que prevalece fuera de una política parlamentaria como pensamiento dominante en una ruta del establishment de las prácticas productivas que han ido gradualmente a ser dominantes, por lo que, en especial von Hippel, clarifica considerablemente el debate sobre ambos modelos de gestión del conocimiento en las agrociudades.

Grupos de investigadores pronostican problemas sociales de gran impacto en la región a causa  de los escenarios de sequía recurrente y la incapacidad de productores, asesores y gobierno, para producir nuevas estrategias integrales para el cambio de producción y re-tecnificación agrícola en vínculo directo con el contraste alimentario - en el norte de México, identificamos severos contrastes en los espacios agrícolas. Junto con el proceso productivo se encuentra la organización social de las ciudades que viene a continuación.

Los tiempos de seguridad ambiental han concluido

La crisis posambiental es una crisis de la civilización; en gran medida, se continúa con la generación de economías depredadoras en el mundo de los países emergentes, al tiempo que se han marginado las economías compatibles para crecer, en un mundo del cambio climático. Algunos simplifican la modelización con el concepto de generar procesos de transformación colectiva; ello puede sonar bien, pero oculta los procesos de alta negociación, articulación y coherencia requeridas para la participación multisectorial donde estén representados los intereses de todos los sectores pero mediados por la posibilidad de detener, neutralizar, regenerar los procesos normales del sistema planetario.

Saskia Sassen (2015:174) formula en su sociología la implicación de los cambios en la tierra para los más pobres:

en los últimos años las olas de calor han llegado a ser la principal causa de la degradación de la tierra agrícola, con todo lo que eso significa para la producción global de los alimentos, especialmente para los pobres”.

Desde esta posibilidad, la Universidad pasa por un momento coyuntural evidente donde el conocimiento, promovido desde sus espacios requiere explicar por qué grandes grupos de población se están moviendo (en gerundio), por lo que las propuestas de transformación venidas desde las Universidades se convierten en la gran esperanza. Sin embargo, en la lucha por un mejor planeta, se conjugan esfuerzos de otras organizaciones conformadas por científicos, universitarios, población civil en general y es referido a las ONG, tales como BRAC que trabaja sobre micro créditos y lucha contra la pobreza, la fundación Bill & Melinda Gates que trabaja sobre la sanidad global, la erradicación de la pobreza y la mejora de la educación estadounidense; Oxfam International, con sede en Oxford, Inglaterra, vela sobre la mitigación de la pobreza y alivio de la deuda externa, y de último en los ejemplos, es la de Médicos sin Fronteras, con sede en Ginebra (Suiza), cuyo objetivo es procurar servicios de asistencia sanitaria en países pobres y suministro de cuidados médicos de emergencia (Fuente: global.org.).

Solo el 5% de empresas en el mundo ha logrado entrar al índice de “The Climate A List” según el reporte 2015 de la ONG internacional Driving Sustainable Economies CDP sobre la transparencia y control de las emisiones; ésta sostiene el estudio sobre la mejor estrategia corporativa frente al cambio climático para medir el compromiso de la empresa con la sostenibilidad (Fuente: cdp.net). Por último, una de las más dinámicas y reivindicativas es la Greenpeace que tiene presencia en la mayor parte del mundo y que, especialmente en América Latina, tiene una enorme presencia como observatorio y denunciante de los procesos contaminantes y, junto con el concepto complejo (lo diré en plural) de las Universidades se rompe el vector poco a poco el efecto de secrecía industrial de la innovación, yo le agregaría, inclusiva. ¿Entonces cuáles serían las mejores prácticas para salir del ostracismo y entrar al ejercicio directo de la acción por el planeta? ¿Cuál es el conocimiento organizacional por el que tiene que pasar el Estado para que la tarea la asuma? ¿Cuál es la modelización universitaria para mejorar la proximidad territorial?

A partir de varios encuentros desde un proyecto de investigación en curso, entre la Universidad Nacional del Litoral y la Universidad Autónoma de Sinaloa, se produce una asimetría de sentido, con la elaboración de un plan integral para generar políticas públicas alternativas que unan a universidad, empresa y gobierno, lo que implica para los municipio de Guasave, Sinaloa, México, y la Ciudad de Esperanza, Santa Fe, Argentina, posibles propuestas integrales para iniciar con la generación de respuestas a las problemáticas expuestas en los municipios de Guasave y en Ciudad de Esperanza( por ahora, me ocuparé del lado mexicano); en concreto, quizá con un tratamiento y la reutilización de las aguas residuales en Guasave requerirá de la participación no sólo de la empresa de tratamiento y entidades gubernamentales de agua, sino de los actuales y potenciales usuarios, los sectores de agricultura, ambiente, salud, educación y comercio, interesados en la comunidad.

La desagregación geográfica de los escenarios a investigar nos obliga a desplegar circuitos de acciones abiertas para favorecer la transferencia gratuita del conocimiento basado en la ecoeficiencia y en la regeneración de sistemas de tierras degradadas para coordinar las acciones de aplicación de los instrumentos y, con ello, conocer las posibles caras del prisma del problema.

Note de bas de page 4 :

 Las condiciones ambientales han propiciado la mayor propulsión política, debido a los cambios presentados en el orbe, grandes incertidumbres temporales y productivas, que ya no responden a los modelos de pronósticos con las escalas anteriores; esta ruptura de escalas ha modificado los tiempos en que los ciclos productivos no tenían tanta movilidad y operaban tanta fragilidad humana.

El problema radica en que las prácticas productivas de las agrociudades elegidas en el norte de México desarrollan prácticas heredadas de los siglos XIX y XX, descolocadas del escenario del riesgo global. La continuidad forzada ha gestado una cultura, en el caso de Guasave y el de Sinaloa, como el «Granero de México»; estas acepciones turísticas gestan impactos sin precedentes en el tema de las políticas del agua, los usos actuales y los usos recomendados, pero también en la imposibilidad de gestionar espacios productivos de alto impacto salarial que permitan a la población, en general, reactivar sus prácticas laborales y crear espacios propios, autónomos, que como referencia del paradigma empírico analítico la sociedad de las agrociudades elegidas describe un agotamiento del tiempo de seguridad ambiental.4

Las ciudades hibridas, rural y urbana, se reconvierten permanentemente ofreciendo escenarios traducidos en manifiestos sociales cotidianos. Sus administradores generan respiraderos artificiales a través de sus áreas verdes; buscan anticiparse al peligro de la cantidad y calidad del agua, transformando la relación productiva de la vocación económica de las regiones; paradójicamente, al tejer directamente su funcionalidad con la cultura alimentaria, proyectan una posible identidad con algún proyecto de ciudad que en la mayor parte de los casos no es visible a los ojos de la ciudadanía.

En el tejido, como consecuencia del hacinamiento, la exclusión de las políticas públicas socioeducativas y de urbanización de la ciudad; la delincuencia, por un lado, y los recambios tecnológicos, en contraparte, se ausentan de la armonización social, y las transformaciones organizacionales; fluyen en redes de la ambivalencia, gestados por el desarrollo de la administración pública municipal.

Las universidades colocadas en estos escenarios promueven otro nivel de globalidad y de educación, cuyos ensambles de intereses en casi todas las partes no corresponden a los intereses privados, porque ponen en punto de quiebre los mecanismos actuales que fungen como controles que van de las empresas a la sociedad, no necesariamente como alternativa sólida de mejora para el habitante de las comunidades señaladas.

Dependiendo de los sectores económicos que se analicen, varían las tasas relativas de innovación de cada una de las cuatro fuentes. Estudiar las agrociudades desde la condición del conocimiento supone construir nuevas políticas públicas orientadas a compartir responsabilidades sociales. Además, aporta una nueva agenda al movimiento Free Knowledge (FK), al conocer los estados del recambio tecnológico permanente, la tendencia desreguladora, el desarrollo de conocimiento propio, la globalización de los mercados, la continua evolución tecnológica, las viejas y nuevas estructuras de los mercados, las fuentes tradicionales, los mercados protegidos, los mercados abiertos, el papel de las licenciaturas, los posgrados, los cuerpos académicos. Nos colocarán un escenario posibilitando las sucesivas investigaciones para el desarrollo conjunto del giro necesario de los modos de uso del conocimiento en los agromunicipios, las agroempresas y las IES como respuesta integradora.

Centrarnos en el desarrollo de nuevas capacidades distintivas basadas en el perfil de eco-eficiencia municipal, empresarial y universitaria. Las tres instituciones basan su acción en algo idiosincrático, «en lo que saben hacer», conocimiento idiosincrático propio (temperamento particular), nueva relación entre el aprendizaje colectivo e individual, gestionar bien los procesos que llevan al desarrollo de conocimiento propio y distintivo y la ubicuidad actual de la Gestión del Conocimiento (GC). La propagación y masificación de la energía solar, la reconversión a gran escala para un enemigo común (creado por la humanidad), ha dejado de ser invisible, pero sigue siendo ubicuo.